MEDITACION Y CIENCIA


VICENTE SIMON:"LA MEDITACION NOS PROTEGE DEL ENVEJECIMIENTO CEREBRAL"
Articulo publicado en la revista muy interesante Octubre 2009


Vicente Simón es Catedrático de Psicobiología de la Universidad de Valencia. Hace una década, mientras leía textos de filosofía oriental, decidió aprender la práctica de la meditación. E inevitablemente se interesó por entender cómo afectaba esa práctica a nuestro cerebro. En la actualidad es uno de los principales expertos en la neurobiología del mindfulness o atención plena, una técnica basada en la meditación budista que, según los últimos estudios científicos, puede modificar el cerebro.

Pregunta. La meditación ha irrumpido con fuerza en occidente...

Respuesta. La verdad es que tanto el estudio de la neurobiología cerebral como de la aplicación clínica de mindfulness se encuentran ahora en un periodo de crecimiento explosivo. Estamos asistiendo a un incremento exponencial del interés por estos temas, yo creo que porque la humanidad intuye, de alguna manera, que está en riesgo real de "autodestruirse" y busca la orientación de lo que se ha llamado desde siempre la “sabiduría perenne”.

P: ¿Qué cambia en nuestro cerebro cuando practicamos atención plena o mindfulness?

R: Aunque estamos muy lejos de comprender todo lo que pasa en el cerebro durante la práctica, recientemente se ha publicado una investigación que arroja bastante luz sobre la actividad cerebral en la meditación. Cuando no está ocupada en una tarea concreta, nuestra mente tiende a implicarse en procesos narrativos, en los que relaciona el pasado con el futuro y construye la entelequia del "self" personal. Esta actividad se produce en redes neuronales localizadas en las zonas mediales de la corteza prefrontal, que son zonas con una actividad muy intensa en los humanos modernos que nos diferencian de otras especies.

P: Demasiado ajetreo neuronal…

R: Podríamos decir que ese ajetreado quehacer cerebral se encuentra al servicio de la supervivencia humana. Tratamos de construir modelos del futuro basándonos en nuestras experiencias del pasado. Procuramos preveer lo que va a suceder, a fin de poder planificar mejor nuestra conducta e incrementar así nuestras posibilidades de subsistir y de prosperar. El problema es que, cuando esta función se activa demasiado, vivimos constantemente en el futuro, siendo presas del temor o del deseo. Vivimos para lo que ha de pasar (que es algo ilusorio) y comenzamos a dejar de vivir en la realidad de lo que pasa. Sin embargo, cuando dedicamos nuestra atención a lo que está sucediendo en el momento presente, decrece la actividad de estas zonas mediales de la corteza prefrontal y entran en juego circuitos nerviosos situados más lateralmente en el cerebro. Son instantes en los que, en lugar de vagar por los cerros de Úbeda, nuestra mente se centra en lo que estamos viviendo en ese momento.

P: Y para que todo eso se convierta en un hábito hay que entrenarse mentalmente.

R: Así es. Al entrenarnos en mindfulness, es decir, al hacer meditación, lo que hacemos fundamentalmente es abandonar la actividad de esa mente errante, también llamada “mente de mono” porque nuestra mente, igual que un mono brinca de rama en rama, va “saltando” de tema en tema. Entonces concentramos nuestra atención en lo que está sucediendo en el presente, bien en nuestro cuerpo, bien en el mundo exterior. Dejamos de rumiar sobre el pasado y de preocuparnos acerca del futuro. Eso es bueno porque, en lugar de activar continuamente los circuitos de la supervivencia, ponemos también en marcha los circuitos de la felicidad.

P: Entonces, ¿nuestro cerebro es “moldeable”, puede cambiar?

R: Por supuesto. No hay ninguna duda de que incluso el cerebro adulto posee una considerable capacidad de adaptación. Si yo, por ejemplo, comenzara ahora a jugar al golf, o a aprender chino, ciertas zonas de mi cerebro se modificarían para crear el sustrato neuronal necesario para llevar a cabo esas actividades. Desde luego, serían zonas muy diferentes en cada uno de las dos tareas y, probablemente, no llegaría a alcanzar mucha maestría en ninguna de esas disciplinas. Respecto a la meditación, hay un trabajo muy interesante del equipo de Sara Lazar que, utilizando técnicas de resonancia magnética, demuestra que la práctica de la meditación incrementa el grosor de ciertas zonas cerebrales relacionadas con la atención, el procesamiento sensorial y la interocepción. Otro aspecto muy interesante de ese trabajo es que presenta indicios de que la meditación es capaz de contrarrestar el adelgazamiento que sufren, con la edad, ciertas zonas cerebrales. Es decir, que la meditación nos protegería de algunas consecuencias del envejecimiento cerebral.

P: ¿Y cómo ayuda el mindfulness a combatir la depresión o la ansiedad?

R: En el caso de la depresión, sabemos que la meditación puede disminuir la frecuencia de las recaídas en nuevos episodios depresivos. Al parecer, esto sucede porque, al meditar, pasamos menos tiempo dedicados a pensamientos negativos y cavilando sobre nuestras preocupaciones. De hecho, el tratamiento y prevención del estrés es el tema que originó, históricamente, la aplicación de mindfulness a la práctica clínica. Fue Jon Kabat-Zinn quien utilizó una combinación de meditación y de yoga para aliviar el sufrimiento de pacientes crónicamente estresados, bien por razones médicas (como el dolor de espalda, el cáncer, las cardiopatías y otras patologías crónicas), bien por razones psicológicas, por estar sometidos a situaciones estresantes de larga duración y padecer ansiedad, depresión o insomnio. También se ha demostrado que la práctica de mindfulness contribuye a reducir la ansiedad, ya que activa las zonas cerebrales responsables de la modulación del miedo.

P: Sorprendente...

R: Y hay más. Meditar facilita la aparición de estados de ánimo positivos, pues incrementa la actividad del hemisferio cerebral izquierdo. Los ejercicios de mindfulness aumentan la capacidad de empatía y de comunicación, facilitando así las relaciones interpersonales. También incrementa la auto-comprensión, haciendo posible que interpretemos mejor el sentido de la propia vida. Todos estos factores contribuyen a disminuir el estrés y a que nos sintamos más dueños de las situaciones que vivimos y, en general, de nuestras vidas.
P: El próximo día 31 de octubre imparte un seminario para profesionales de la salud en Madrid, organizado en colaboración con el Centro Wellmind. ¿Qué va a contarle a los asistentes?

R: Trataré es de comunicarles mi entusiasmo por la práctica de mindfulness y transmitirles las enormes posibilidades que ofrece vivir la vida de una forma diferente a cómo habitualmente lo hacemos. La práctica de mindfulness nos descubre un mundo nuevo, que no es otro que aquel en el que ya vivimos, pero visto desde una perspectiva radicalmente distinta. Se trata de acceder a un estado de conciencia diferente. En nuestras vidas, la actividad turbulenta de nuestras mentes hiperactivas no nos deja distinguir con claridad lo que es importante y lo que es accesorio y, en general, andamos persiguiendo objetivos que nos crean todavía más problemas y tensiones de las que ya tenemos. Al apaciguar la mente, vamos descubriendo lo que realmente importa y acabamos intuyendo cuál es el camino que conduce a la verdadera felicidad.
                               
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¿QUIERES QUE TU CEREBRO CREZCA? MEDITA
 Articulo publicado en la revista Muy interesante Mayo 2009
Si queremos desarrollar músculos más grandes y huesos más fuertes existen cientos de ejercicios y suplementos dietéticos que nos ayudan a lograr nuestro objetivo. ¿Pero qué sucede si lo que pretendemos es aumentar el tamaño de nuestro cerebro? Científicos de la Universidad de California (UCLA) acaban de demostrar que también es posible recurriendo a la meditación.

Para llegar a esta conclusión analizaron el cerebro de 44 sujetos, la mitad de los cuales llevaba entre 5 y 46 años practicando la meditación de 10 a 90 minutos diarios. El resto nunca había meditado. Comparando los “retratos” de sus cerebros obtenidas mediante resonancia magnética de alta resolución en tres dimensiones, la investigadora Eileen Luders y su equipo han demostrado que las personas que llevan varios años meditando tienen ciertas regiones del cerebro más grandes que el resto de la población, en concreto el hipocampo y las áreas de corteza orbitofrontal, el tálamo, y el giro temporal inferior. Estas regiones juegan un importante papel en la regulación de las emociones. “Todos sabemos que las personas que practican la meditación tienen una habilidad especial para cultivar emociones positivas y mantener estabilidad emocional”, asegura Luders en la revista NeuroImage. El nuevo estudio, añade, confirma que existen “diferencias en la anatomía cerebral que explican estas habilidades”.

Lo que aún no está claro es cómo se traducen estas diferencias a nivel microscópico. En otras palabras, si en las zonas con aumento de tamaño existe un mayor número de neuronas, o neuronas de más tamaño o una red de conexiones neuronales diferente. Averiguarlo será el siguiente reto, adelanta Luders